domingo, 24 de noviembre de 2013

¿Quienes somos?

¿Quienes somos?

Somos estudiantes del Colegio Altamira.
Hicimos este blog como proyecto para la materia de Historia de las Doctrinas Filosóficas.



Los integrantes de este proyecto son:
Sebastián Berrospe Morán
Fernando Bracamonte Navarro
Jesús Alejandro Bravo Serrano
David Alejandro García Martínez
Jose María Gomez Velasco
Diego Romano Sánchez

Gracias por visitar nuestro blog

Las Mejores Frases de San Agustín

Las mejores frases de San Agustín


Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor.

Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas.

Reza como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti.

La medida del amor es amar sin medida.

Da lo que tienes para que merezcas recibir lo que te falta.

Los que no quieren ser vencidos por la verdad, son vencidos por el error.

No vayas fuera, vuelve a ti mismo. En el hombre interior habita la verdad.

Cuando un hombre descubra sus faltas, Dios las cubre. Cuando un hombre las esconde, Dios las descubre, cuando las reconoce, Dios las olvida.

Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas.

Conócete, acéptate, supérate.

La medida del amor es amar sin medida

Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama.

Dios y la creación


 Dios y la creación. 


Tres temas trata la teología natural o teodicea de S. Agustín: 

1- Las pruebas de la existencia de Dios. 
2- El problema de la esencia metafísica de Dios. 
3- El problema de la creación. 

1.- Si Dios no es objeto de experiencia inmediata se requiere una prueba de su existencia. S. Agustín aporta una serie de argumentos entre los que destaca el de las verdades eternas. La mente posee verdades inmutables, es decir verdades "que no son tuyas ni mías, ni de ningún otro, sino que están presentes en todos por igual". Hay conocimientos que se imponen necesariamente al hombre, y que transcendiendo la razón finita humana deben fundarse en el SER. Si hay conocimientos universales y necesarios y ningún ser particular y contingente puede ser su fundamento es porque refleja la necesidad de Dios, es decir se presentan como la entrada para la demostración de su existencia. 

2.- Demostrada la existencia de Dios hay que pasar a estudiar su esencia. La esencia metafísica de Dios se encuentra en la inmutabilidad. Frente a toda realidad contingente y mutable de la realidad creada Dios se erige como el SER sumamente perfecto. Todo ente finito no posee la plenitud del ser, por ser esencialmente mudable. Dios en cambio es imposible pensar que cambie, porque lo posee todo, lo que no quiere decir que sea estático, quiere decir que es perfecto. Sus atributos fundamentales son conocer, crear y amar, con un poder difusivo que llegando hasta el hombre le permite a éste encontrarse con Él. 

3.- Dios para S. Agustín es el fundamento de las ideas platónicas. El mundo inteligible de Platón tiene ahora un fundamento teológico. De la misma manera, que no podemos pensar en ningún otro autor que realice sus obras sin tener una idea de lo que va a ejecutar, Dios creó el mundo según unos modelos que son las ideas inmutables y eternas que existían previamente en la mente del creador. Esta doctrina se llama ejemplarismo. Teniendo en cuenta que el auténtico ser está en Dios y en sus ideas, el mundo contingente debe su esencia y su existencia (su ser) al creador (según la doctrina cristiana a través del Verbo, segunda persona de la Trinidad, o Dios Hijo). 

¿Cómo es posible que la contingencia de la creación proceda del ser necesario, o si es inmutable como crea en un momento determinado?. Para S. Agustín, Dios posee eternamente los modelos o las ideas, y la creación consiste en la identificación de su voluntad y la realización del mundo, en un acto eterno, incluyendo el tiempo que no es más que la sucesión de los momentos que pasan los seres creados al desarrollarse, según las leyes y el orden previsto por Dios. 

Fuente:http://www.corazones.org/doctrina/agustin_filosofia.htm

El problema del conocimiento


 El problema del conocimiento.



El problema del conocimiento es para S. Agustín el problema de justificar la verdad, porque esto está conectado con la posibilidad de que el hombre alcance la felicidad. Si ésta sólo es perfecta en Dios, de lo que se trata es de buscar un tipo de conocimiento que nos lleve a Dios. Dios es el que fundamenta y hace posible el grado más alto de conocimiento humano: el conocimiento de lo universal y lo necesario, que para S. Agustín son las verdades eternas. 
Para S. Agustín el conocimiento es una visión (Platón). El conocimiento para Platón es el de las ideas. Esa visión es posible gracias a la acción iluminadora de Dios sobre la inteligencia para que pueda alcanzar las verdades eternas que con mucho exceden su contingencia2 y finitud3. El precedente a esta concepción del conocimiento está en Platón que afirmaba que la idea de bien era el sol del conocimiento intelectual. Los neoplatónicos decían que lo UNO irradiaba luz sobre toda la realidad y todo esto es compatible con la concepción evangélica que identifica a Cristo con la luz del mundo. 

La acción iluminadora de Dios para S. Agustín no es un auxilio sobrenatural sino algo estrictamente racional. 

La luz natural de la razón procede de Dios y capacita a la mente para contemplar las verdades universales y necesarias. Nosotros tenemos noticia de la existencia real de las cosas por la sensación, y realizamos una comparación entre esos entes finitos y las ideas eternas e inmutables gracias a la iluminación divina. Quiere superar S. Agustín la teoría de la reminiscencia de Platón, es decir, no es necesario que el alma haya contemplado las verdades eternas en una vida anterior, lo que es necesario es que Dios eterno y inmutable abra nuestra mente para acceder a ellas. Y esta iluminación no es una visión o experiencia directa de la divinidad (ontologismo), sino la capacidad natural que Dios nos ha dado. 

Fuente:http://www.corazones.org/doctrina/agustin_filosofia.htm

Fe y Razón

Fe y razón



Como para San Agustín lo importante es explicar la relación entre el alma humana y Dios, entonces fe y razón no son más que medios o instrumentos que se exigen mutuamente para encontrar la verdad. 

Por lo tanto fe y razón no se excluyen, sino que se complementan. Ni creer es algo irracional, ni el conocimiento racional (de Dios) destruye la fe. Para superar estas posiciones excluyentes, S. Agustín propone que la fe se sitúe al comienzo y al final de la especulación racional. Primero como una condición necesaria para que se ponga en marcha una investigación sobre temas que de otra manera permanecerían ignorados, (la fe es guía y pauta de la razón), por otro lado la investigación racional dirige al hombre hacia la fe, ésta elimina las dudas consolidando el conocimiento racional. 

Las enseñanzas de San Agustín


Las enseñanzas de San Agustín 


Hablaremos un poco sobre la vida de San Agustín; expondremos diferentes puntos de vista a través de unas cuantas frases de él.
La vida de San Agustín, se resume así: su padre fue Patricio; un pagano que se resistía a la fe y su madre fue Santa Mónica; una devota cristiana y ella fue quién rezó en un determinado momento por Patricio para que dejara de ser pagano e hizo lo mismo por su hijo Agustín para que no cayera en ser pagano al igual que su padre. A pesar de haber pedido por él, haberle inculcado a la oración, Agustín llevó una vida desenfrenada; se fue apartando de la verdad, se dejó envolver por los errores .
Agustín tuvo una relación con una mujer cartaginesa, con la que nunca se comprometió, pero tuvieron un hijo que murió al poco tiempo de nacido. Luego que él lee unas palabras de la carta a San Pablo, que decía: ‘…nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos, revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne…’, esto hizo que Agustín cambiara radicalmente su actitud, esto marcó su vida pues se percató que estaba viviendo de una manera mala y que podía aprovecharla de la mejor manera, así que se propuso estar firme en su resolución y pudo permanecer casto por el resto de su vida.

Un gran hombre que al final reflexiono y se convirtió en mejor persona.
¡Que grande fue San Agustín!

San Agustín,toda una filosofía de vida

San Agustín,toda una filosofía de vida

Su Vida

(Aurelius Augustinus o Aurelio Agustín de Hipona; Tagaste, hoy Suq Ahras, actual Argelia, 354 - Hipona, id., 430) Teólogo latino. Hijo de un pagano, Patricio, y de una cristiana, Mónica, San Agustín inició su formación en su ciudad natal y estudió retórica en Madauro.
Su primera lectura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su desconfianza hacia una fe impuesta y no fundada en la razón. Su preocupación por el problema del mal, que lo acompañaría toda su vida, fue determinante en su adhesión al maniqueísmo. Dedicado a la difusión de esa doctrina, profesó la elocuencia en Cartago (374-383), Roma (383) y Milán (384).
San Agustín
La lectura de los neoplatónicos, probablemente de Plotino, debilitó las convicciones maniqueístas de San Agustín y modificó su concepción de la esencia divina y de la naturaleza del mal. A partir de la idea de que «Dios es luz, sustancia espiritual de la que todo depende y que no depende de nada», comprendió que las cosas, estando necesariamente subordinadas a Dios, derivan todo su ser de Él, de manera que el mal sólo puede ser entendido como pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún caso como sustancia.
La convicción de haber recibido una señal divina lo decidió a retirarse con su madre, su hijo y sus discípulos a la casa de su amigo Verecundo, en Lombardía, donde San Agustín escribió sus primeras obras. En 387 se hizo bautizar por san Ambrosio y se consagró definitivamente al servicio de Dios. En Roma vivió un éxtasis compartido con su madre, Mónica, que murió poco después.
En 388 regresó definitivamente a África. En el 391 fue ordenado sacerdote en Hipona por el anciano obispo Valerio, quien le encomendó la misión de predicar entre los fieles la palabra de Dios, tarea que San Agustín cumplió con fervor y le valió gran renombre; al propio tiempo, sostenía enconado combate contra las herejías y los cismas que amenazaban a la ortodoxia católica, reflejado en las controversias que mantuvo con maniqueos, pelagianos, donatistas y paganos.
Tras la muerte de Valerio, hacia finales del 395, San Agustín fue nombrado obispo de Hipona. Dedicó numerosos sermones a la instrucción de su pueblo, escribió sus célebres Cartas a amigos, adversarios, extranjeros, fieles y paganos, y ejerció a la vez de pastor, administrador, orador y juez.
Al caer Roma en manos de los godos de Alarico (410), se acusó al cristianismo de ser responsable de las desgracias del imperio, lo que suscitó una encendida respuesta de San Agustín, recogida en La Ciudad de Dios, que contiene una verdadera filosofía de la historia cristiana.
Durante los útimos años de su vida asistió a las invasiones bárbaras del norte de África (iniciadas en el 429), a las que no escapó su ciudad episcopal. Al tercer mes del asedio de Hipona, cayó enfermo y murió.

Su  gran filosofía

El tema central del pensamiento de San Agustín es la relación del alma, perdida por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación en la que el mundo exterior no cumple otra función que la de mediador entre ambas partes. De ahí su carácter esencialmente espiritualista, frente a la tendencia cosmológica de la filosofía griega. La obra del santo se plantea como un largo y ardiente diálogo entre la criatura y su Creador, esquema que desarrollan explícitamente sus Confesiones (400).
Si bien el encuentro del hombre con Dios se produce en la charitas (amor), Dios es concebido como verdad, en la línea del idealismo platónico. Sólo situándose en el seno de esa verdad, es decir, al realizar el movimiento de lo finito hacia lo infinito, puede el hombre acercarse a su propia esencia.
Pero su visión pesimista del hombre contribuyó a reforzar el papel que, a sus ojos, desempeña la gracia divina, por encima del que tiene la libertad humana, en la salvación del alma. Este problema es el que más controversias ha suscitado, pues entronca con la cuestión de la predestinación, y la postura de San Agustín contiene en este punto algunos equívocos.
Los grandes temas agustinianos –conocimiento y amor, memoria y presencia, sabiduría– dominaron toda la teología cristiana hasta la escolástica tomista.Lutero la recuperó, transformándola, su visión pesimista del hombre pecador, y los jansenistas, por su parte, se inspiraron muy a menudo en elAugustinus, libro en cuyas páginas se resumían las principales tesis del filósofo de Hipona.

Fuente: biografiasyvidas.com

Su actitud filosófica

Su actitud filosófica




El punto de partida de S. Agustín está cerca del de la filosofía helenística. Las escuelas posteriores a Aristóteles creyeron que el fin del estudio filosófico apuntaba a conseguir la felicidad. Sin embargo S. Agustín, lejos de las posiciones naturalistas de estas escuelas cree que la felicidad sólo es posible en el plano sobrenatural. El único camino para conseguirla es partiendo de la interioridad del alma humana que asciende progresivamente hasta el Ser Supremo. Aquí está el primer recuerdo a la filosofía de Platón; con matices S. Agustín es el encargado de cristianizar la filosofía platónica. 

Su teología está por ello unida al problema del hombre, el filósofo es el hombre que busca la verdad partiendo de su propia contingencia (mutabilidad), para transcender hasta Dios que siendo lo más íntimo al alma humana desborda su contingencia. 

Hay por lo tanto una teologización de la filosofía, pero sin olvidar lo antropológico (ciencia del hombre). 

Podemos concluir que en S. Agustín la filosofía no es solo un sistema racional sino una estructura unida a la religión, que se descubre con una especial actitud del hombre que volviendo a su interioridad se eleva hasta Dios. 

Fuente:http://www.corazones.org/doctrina/agustin_filosofia.htm

jueves, 21 de noviembre de 2013

La Filosofía de San Agustín

La obra de San Agustín de Hipona supone la primera gran síntesis entre el cristianismo y la filosofía platónica. Aunque inspirado por la fe, el pensamiento de San Agustín dominará el panorama filosófico cristiano hasta la aparición de la filosofía tomista, ejerciendo un influjo considerable en la práctica totalidad de pensadores cristianos durante siglos. Llamado por algunos el último sabio antiguo y el primer hombre moderno, San Agustín tuvo la genialidad de señalar una nueva dimensión del hombre: la intimidad, donde descubre a Dios.
La filosofía fue para San Agustín el amor y esfuerzo del alma entera hacia la sabiduría y hacia la verdad. La verdad era para San Agustín el ideal supremo al que se entregó con pasión. Esta verdad es la que se refiere al alma y a Dios, los dos objetos de su preocupación filosófica.
La influencia universal de Agustín en todas las edades subsiguientes puede explicarse por los dones combinados del corazón y la mente. Su obra, profundamente unitaria y expresión auténtica de su vida, es la de un hombre religioso y teórico, que sintió una gran pasión por la verdad que identificó con la inquietud por lo absoluto y el anhelo de felicidad. Su diálogo con el pensamiento antiguo le llevó a una integración con el cristianismo en la dinámica de su propio filosofar. Así, la integración agustiniana del platonismo en la filosofía cristiana genera su metafísica ejemplarista. Metafísica de la verdad que fundamenta el ascenso a Dios como verdad eterna y se despliega en el ejemplarismo gnoseológico de la iluminación y el ejemplarismo moral de la participación por la criatura en la ley eterna.
Pero San Agustín no es un platónico cristianizado: su metafísica del espíritu descubre dimensiones inexploradas para el pensamiento antiguo y podría decirse que cumple por primera vez el llamamiento del "conócete a ti mismo". La influencia de San Agustín en la evolución de la filosofía occidental ha sido tan grande que bien puede decirse que el agustinismo es una constante histórica que informa los más diversos movimientos doctrinales, tanto de inspiración cristiana como de carácter inmanentista. A partir de San Agustín, el platonismo quedó adherido durante siglos al cristianismo, ya que no hay Santo Padre de la Iglesia católica, griego o latino, que haya ejercido una influencia tan decisiva y que haya gozado de tanta autoridad como San Agustín en los siglos posteriores. Hasta el siglo XIII san Agustín fue el Gran Maestro de Occidente.
Los principales autores escolásticos de la Edad media siguieron las huellas de San Agustín desde el principio de sus especulaciones, y la concepción platónico-cristiana del mundo informó sus mentes. Pueden ser considerados agustinianos Scotus Eriugena, San Anselmo, Abelardo, Pedro Lombardo, los escritores de la escuela de San Víctor, entre otros. Cuando ya en el siglo XIII comenzaron a ser conocidas las obras metafísicas y físicas de Aristóteles, se produjo una doble actitud frente a sus doctrinas: en unos, de repulsa, por creerlas peligrosas para la fe; en otros, de simpatía, porque pensaron que podían servir de sólido fundamento para el pensamiento cristiano.
El agustinismo del siglo XIII se caracteriza, pues, en general, por defender las siguientes tesis: la primacía de la voluntad sobre el entendimiento (y, por consiguiente, predominio del amor sobre el conocimiento, de la intuición afectiva sobre los métodos racionales), la producción de todos o de algunos conocimientos sin en concurso inicial de las cosas externas o sensibles (teoría de la iluminación), el hilemorfismo universal (todas las criaturas, incluso las espirituales, están compuestas de materia y forma), la positividad de la materia (que no es pura potencia), la pluralidad de formas substanciales en el individuo, la identidad del alma y sus facultades (negación de la distinción esencial de las potencias del alma), la imposibilidad de la eternidad del mundo, la identificación de la filosofía y la teología en una sabiduría única. Los dos principales representantes de esta corriente fueron Alejandro de Hales y San Buenaventura.
Tomás de Aquino también reconoció la indiscutible autoridad de San Agustín como doctor de la fe; pero, en cuanto filósofo, asumió algunas de sus teorías y rechazó otras. Concretamente, Santo Tomás aceptó tres importantes doctrinas agustinianas: el trascendentalismo causal o abismo metafísico existente entre Dios y las criaturas (que son causadas); el ejemplarismo, recogiendo la doctrina de la participación en la cumbre de su pensamiento metafísico; y la solución al problema del mal. Sin embargo, tuvo serias reservas respecto a la estructura metafísica de la criatura y la doctrina del conocimiento agustinianas.

Fuente: rescursostic.educacion.es

Pensamiento Filosófico de San Agustín

San Agustín es el máximo exponente de la filosofía cristiana durante el período patrístico y uno de los más geniales pensadores de todos los tiempos. Mejor que ningún otro logra la síntesis armoniosa entre platonismo y cristianismo. Su filosofía religiosa y su doctrina teológica tiene un influjo decisivo en la Edad Media y el San Agustín sentado en el scriptorium. Miniatura. Anónimo del siglo XV. Ms Vat. Lat. 451 (II parte), fol. 1r.Renacimiento, tanto en el aspecto teológico como en el social. Influyó en todos los ámbitos: dogmático, político, místico, de reforma, etc.
El momento histórico
           Desde el punto de vista Político: había terminado las persecuciones, el Estado apoya a los cristianos, pero se entromete en las cuestiones religiosas. Los bárbaros invaden el Imperio romano.
           Desde un enfoque Cultural: desde Marco Aurelio y Plotino, no surgen grandes pensadores paganos (Libanio, Símaco, Macrobio y Claudio son de segunda categoría).
           En cambio surgen las grandes figuras de la literatura cristiana: Clemente, Orígenes, los Capadocios, Jerónimo, Hilario, Ambrosio, etc. Religión: se suceden las grandes herejías (arrianismo, donatismo, pelagianismo, nestorianismo, etc., que influyen en la obra de Agustín).
Fuentes del pensamiento filosófico de San Agustín
           Conocía muy bien a Cicerón. El "Hortensio" le influye decisivamente. Sus filósofos preferidos eran Platón y Plotino, aunque conoce mejor a Porfirio, al que también admira.
Doctrina del conocimiento
            Problemas de epistemología
           A la pregunta sobre si conocemos la verdad, responde con su crítica al escepticismo.
          A la pregunta sobre cómo la conocemos, responde con su doctrina de la iluminación, que sustituye a la doctrina de la reminiscencia de Platón y a la doctrina aristotélica de la abstracción.
            Critica del escepticismo: el hombre conoce la verdad
            Agustín prueba que el hombre no puede dudar de su existencia en el mismo momento en que se plantea esta posibilidad: si soy capaz de preguntarme si existo, es que existo.
            También afirma que si el hombre es capaz de dudar, es que la verdad existe, puesto que la duda es una señal de que existe algo que es verdadero, aunque yo ahora no lo conozca como tal.
             La discordia entre los filósofos, indica al menos una verdad: que la discordia existe.
             Por otra parte, es falso que los sentidos nos engañen. El engaño puede provenir de la enfermedad de los sentidos. Pero cuando están sanos, no engañan.
             Además, el escepticismo es sumamente dañino en el terreno moral, porque conduce al relativismo, y a la disolución de la sociedad.
           Mecanismo del conocimiento: doctrina de la iluminación
           Según San Agustín existen tres tipos de conocimiento:
  • el sensitivo: se realiza por el alma a través del cuerpo, de manera, por tanto, mediata.
  • el conocimiento de las leyes del mundo físico por medio de la razón inferior; esta función de la razón da origen a la ciencia de las cosas temporales.
  • el conocimiento de las verdades eternas (ya sea algunas ideas como la justicia, la bondad, la belleza, etc., o ya sea —Gilson— la misma verdad en el juicio); este proceso se llama iluminación y es un nuevo modo de explicar lo que Platón explicaba por medio de la preexistencia de las almas y la doctrina de la reminiscencia; esta función superior de la razón da origen a la sabiduría de las verdades eternas y a la vida contemplativa.
          Es claro que el hombre debe dar preferencia a esta última función (conocimiento de las verdades eternas), como María; a riesgo de caer en la avaricia (radix omnium malorum) y en el orgullo (initium peccati), si sigue el camino de Marta que conduce al egoísmo, el individualismo y la anarquía de la civitas diaboli.
             Fe y Razón
             Antes de su conversión Agustín era un racionalista convencido. Despreciaba la Sagrada Escritura, con su lenguaje infantil, decía, y antropomórfico. Despreciaba las enseñanzas de la Iglesia y toda autoridad que no fuera la razón. Por eso se adhirió al gnosticismo de los maniqueos.
            Después, admitió plenamente el papel de la fe que conduce a la verdad plena que no podemos obtener con la sola razón. El cristianismo es la verdadera filosofía. Razón y Religión deben ir siempre unidas. Cfr. De utilitate cedendi y De vera Religione.
La filosofía del lenguaje
            San Agustín trata del problema del lenguaje en el De Magistro y en De Doctrina christiana. En estas dos obras explica que las palabras no son fuente de conocimiento, porque las cosas naturales las conocemos por la visión y las sobrenaturales es Cristo mismo el que nos las da a conocer. Las palabras son un instrumento para recordarnos lo que ya hemos conocido. Son un signo convencional (también hay signos naturales).
            La Sagrada Escritura es Palabra de Dios y está en el marco de los signos. El sentido de la Escritura puede ser literal (inmediato) o alegórico (nos da a conocer una realidad más allá de lo que las palabras quieren significar inmediatamente).
             San Agustín afirma que las palabras son signo de las cosas, pero también en ocasiones dice que son signo del pensamiento.
             Respecto al lenguaje teológico, San Agustín dice que podemos hablar de Dios con nuestro lenguaje humano porque Él es el que ha creado todas las cosas, pero sobre todo porque ha creado al hombre a su imagen y semejanza. Nuestro lenguaje es apto, por tanto, para hablar de lo divino (las ideas no tienen subsistencia en sí mismos sino en Dios), aunque no es posible hablar de Dios de manera plenamente adecuada, porque es inefable.
Problemas de cosmología: origen del mundo, del tiempo y del mal
             El fundamento de la filosofía agustiniana: la interioridad
             Para Agustín sólo dos cosas tiene que conocer el hombre: el alma y Dos. A partir de ahí conocerá toda la realidad. Aristóteles había buscado la verdad en la realidad. Agustín la busca en la interioridad. "Ubi Deus ibi homo" decía Agustín. Pero podría haber dicho también "ubi homo ibi Deus". Es la filosofía de la interioridad.
               La existencia de Dios la prueba por la presencia de verdades eternas en el alma humana, que requieren la existencia de una razón suficiente: Dios. Y la naturaleza trinitaria de Dios también la explica mediante la analogía con el alma humana que tiene mens, amor, notitia.
             Origen del mundo
             Al principio, Agustín pensaba que el mundo era una emanación de Dios. Después de su conversión, comprende que ha sido creado por Dios. La expresión "in principio" la interpreta como "en el Logos" (según las ideas arquetípicas que se encuentran en el Hijo), de la nada y por su bondad.
            El problema del tiempo
            Platón concebía el tiempo como la imagen móvil de la eternidad. Aristóteles como la medida del movimiento. Agustín como la duración de una naturaleza finita que no puede existir toda contemporaneamente. El pasado y el futuro existen porque el presente no puede ser un presente siempre: es un presente que pasa. El presente se distingue en esto de la eternidad: es un nunc transiens; en cambio la eternidad es un presente que no pasa: es un nunc stans.
           Sólo en nuestra mente se encuentran presente pasado y futuro: la memoria (presente del pasado), la intuición (presente del presente) y la espera (presente del futuro). En el alma es donde se mide el tiempo.
            El universo es finito y sucesivo. Por lo tanto tuvo que tener un origen en el tiempo y no en la eternidad.
            Las razones seminales
            Son las virtualidades puestas por Dios en la creación, que se van desarrollando en el tiempo. Son las semillas de todas las cosas futuras, que son desveladas y puestas por obra gracias a la actividad de las creaturas.
            El porqué de las razones seminales es el mantener la simultaneidad de la creación (como dice la Biblia) y que sólo Dios puede crear.
            El problema del mal
            Lo trata San Agustín en su polémica con los maniqueos que sostenían un principio del mal junto a un principio del bien. Agustín afirma que sólo hay un Dios bueno, creador del Cielo y de la Tierra, y que el mal viene al mundo por la misma limitación de la creación y, sobre todo, por el pecado (mal moral).
Fuente:rodin.org.mx

Filosofía y Religión

San Agustín es para algunos el último de los filósofos antiguos y el primero de los medievales. Esta expresión nos puede servir para entender el planteamiento general de su filosofía, que es la primera gran síntesis medieval de la historia de la filosofía. En sus obras aparecen mezcladas las ideas platónicas con las cristianas, por lo que hay una clara continuidad y una ruptura respecto a la filosofía anterior: si bien los pilares del platonismo siguen presentes, aparecerán nuevas inquietudes y temas filosóficos que vendrán sugeridos por el cristianismo al que San Agustín se convirtió después de pasar por diferentes escuelas filosóficas, como el maniqueísmo. Su filosofía está impulsada por la búsqueda de la verdad, y a la vez abrirá la reflexión a nuevos temas que irán ocupando a lo largo de la edad un medio un lugar cada vez mayor dentro de la filosofía. Es uno de los primeros autores en los que se aborda de una forma más o menos sistemática la relación entre razón y fe, filosofía y religión. Entre las ideas agustinianas cabría destacar estas:
  1. No es preciso separar entre razón y fe o entre filosofía y religión. Ambas facultades y ambas disciplinas deben aspirar a la verdad, que es la auténtica protagonista de la filosofía agustiniana. No importa tanto razón o fe, filosofía o religión, cuanto llegar al conocimiento de Dios, que es lo que da sentido a la vida del hombre. En cierta forma, las relaciones entre razón y fe no se experimentan de una forma problemática por el autor de las Confesiones: carece de sentido tratar de separar estas dos facultades humanas. La razón busca la comprensión mientras que la fe pone en práctica la creencia.
  2. Razón y fe pueden y deben colaborar entre sí. A este respecto San Agustín da un paso más allá respecto a algunas de las posturas teóricas que trataban de enfrentar de manera excluyente la razón y la fe, rechazando especialmente la filosofía desde el ámbito de la religión. En respuesta a estas actitudes dogmáticas, San Agustín afirma que la razón debe conducirnos a la fe: conocer el mundo, interrogarlo e interrogarnos ha de llevarnos a descubrir la trascendencia, sea en el mundo o incluso dentro de nosotros mismos. Dios, que es la verdad, no puede oponerse a la razón, y por ello la razón nos dirige a aceptar la fe, por cuya acción asumimos creencias que nos ayudan a comprender mejor la realidad: “Cree para comprender y comprende para creer”. En cierta forma, la fe ilumina la razón, le ayuda a que llegue a un conocimiento más profundo de Dios y del mundo. En un tercer momento, la razón volvería a colaborar con la fe, tratando de aclarar las creencias, los dogmas y las ideas centrales de la religión. Así, la filosofía nos conduce a la religión, que a su vez comparte temas e ideas con la filosofía. Por ello, siendo distintas, tienen que ayudarse mutuamente.
  3. El mejor ejemplo de la colaboración entre filosofía y religión es precisamente la propia filosofía agustiniana. Una de sus ideas más significativas es la llamada teoría de la iluminación, que tiene resonancias tanto filosóficas como religiosas. La tesis central puede recordarnos al platonismo: el ser humano no puede conocer si no es iluminado por Dios. La verdad que el hombre debe buscar en su vida no está en el mundo material, sino en un mundo de Ideas que reside en la mente divina, tesis que representa una cristianización de Platón. No obstante, no podemos alcanzar estas Ideas sin la luz de Dios. Esta metáfora de la luz y la iluminación está presente en dos tradiciones: por un lado debe recordarnos la Idea de Bien, que “ilumina” al resto de Ideas y nos permite su conocimiento. Por otro lado, son numerosos los pasajes de las sagradas escrituras en las que se compara a Dios con la luz o se alude a Cristo como la “luz del mundo”.
  4. Otro buen ejemplo de la relación entre religión y filosofía que además nos sirve para ir abordando un aspecto más de la filosofía agustiniana es la demostración de la existencia de Dios. Para el obispo de Hipona no es preciso demostrar la existencia de Dios, ya que en muchos casos es una verdad que está asentada incluso por la propia sociedad. Lo que sí nos ofrece son diversos argumentos. El primero de ellos consiste en buscar el origen de todo lo existente. Cualquier pregunta por la naturaleza nos conduce en último término a la existencia de Dios como creador. Este proceso creador alude de manera indirecta al platonismo: el mundo participa de Dios, es un “ejemplo” material, y por lo tanto imperfecto, del mundo ideal que el creador concibe en su mente. El ejemplarismo se combina con las razones seminales: Dios no lo crea todo de una vez, sino que la propia naturaleza tiene una fuerza generadora de vida e inteligencia, ya que el creador ha dispuesto semillas que tan sólo germinarán con el tiempo. A estos argumentos, claramente neoplatónicos, San Agustín le unirá el llamado argumento del consenso: Dios existe por que en todos los pueblos de la tierra hay creencias religiosas, sean de un tipo u otro. Como se ve hay en todo momento un intento de fundamentar la pregunta de Dios en la tradición filosófica y ofrecer razones para la creencia.
  5. Un último aspecto que no se puede dejar de paso es el tema de la conciencia en San Agustín, que también nos puede servir para comprender las relaciones entre filosofía y religión. Se ha dicho que San Agustín podría considerarse prácticamente un precursor de la modernidad en su análisis de la conciencia y en su ejercicio de instrospección. Algunas de sus reflexiones encontrarán ecos en autores como Descartes. El proceso no es difícil de describir: si nos fijamos, por ejemplo, en las Confesiones, nos encontramos con un San Agustín que busca la verdad dentro de sí, en el mar de pasiones, deseos y pensamientos que descubre en su vida interior. Esta actitud de búsqueda personal, de conocimiento del yo y valoración de la propia vida lleva a San Agustín a afirmar que todo ser humano tiene un “peso”, un “bien” que una vez alcanzado logra equilibrar nuestra vida. Buscando dentro de sí, encuentra San Agustín su propio peso: Dios. Así la introspección como actitud filosófica que encontramos en tantos y tantos filósofos finalizará en el caso agustiniano en una experiencia religiosa, lo cual es todo un símbolo del tiempo nuevo que abre San Agustín, y que llegará hasta finales del siglo XIV.
A modo de conclusión, cabría decir que la filosofía agustiniana es una de las referencias más importantes de la edad media: en ella se empiezan a fraguar los grandes temas de la filosofía medieval, y la mezcla entre razón y fe, filosofía y religión es abordada desde un estilo muy personal, en el que la filosofía será concebida como uno de los pilares más fuertes de la religión: con sus ideas, San Agustín estaba realizando importantes aportaciones a la historia de la filosofía, pero también ponía las bases de la ortodoxia cristiana, por lo que ha pasado a la historia como uno de los más importantes padres de la iglesia.
Fuente:boulesis.com

Biografia

 Pequeña Biografía de San Agustín

Aurelius Augustinus o Aurelio Agustín de Hipona; Tagaste, nació en el 13 de noviembre del año 354 y murió en Hipona,  en el año  430.
San Agusín fue un  teólogo latino. Fue hijo de un pagano, Patricio, y de una cristiana, Mónica. Se educó en las ciudades norteafricanas de Tagaste, Madaura y Cartago. La Iglesia católica lo acogió mediante el bautismo en 387 por el obispo San Ambrosio. Fue ordenado presbítero de Hipona en 391 y obispo de la ciudad en 395. El día 24 de agosto de 410 entraron en Roma, por la puerta Salaria, las tropas de Alarico, saqueándola a hierro y fuego. Esta desgracia motivó que Agustín predicase su Sermón sobre la caída de Roma y escribiera La ciudad de Dios. Durante treinta y cuatro años, en que ejerció este ministerio, fue un modelo para su grey, a la que dio una sólida formación por medio de sus sermones y de sus numerosos escritos, con los que contribuyó en gran manera a una mayor profundización de la fe cristiana contra los errores doctrinales de su tiempo. Dos decenios después, las huestes de Genserico asediaron Hipona, donde murió en 430.
Fuente:biy.ly/18hukgY